El hombre actual está atravesando unos momentos difíciles. Escandilado por los avances de la ciencia y tecnología, y embriagado por un aumento del poder adquisitivo, ha ido desarrollando cada vez un mayor hábito consumista en el campo material.

    No obstante la insatistacción personal no solo no disminuye sino que va en aumento, creando intensos sentimientos de vacio interior. De ahí la necesidad de una vuelta hacia dentro, hacia la valoración del SER y no del TENER, hacia la inserción en el presente sin evadirnos ni hacia las frustraciones o nostalgias del pasado, ni hacia los proyectos del futuro.

    "Seguramente nunca ha existido en Occidente un ansia tan grande de meditación como en la actualidad. Este interés tiene, en buena parte, motivos psicológicos: el hombre busca antídotos contra el peligro que le acecha de ser arrollado por el torbellino de la vida moderna tecnificada; o en el caso de sentirse ya arrebatado por él, espera encontrar un medio para volver a sanar psíquicamente.

    Pero también existen causas directamente relacionadas con lo religioso..."

Hugo M. Enomiya Lassalle

    Sea cual sea la causa, el hombre posee esa necesidad de busqueda interior, de desarrollar su dimensión espiritual o transcendental. Esta búsqueda podrá ser más o menos afín a las diferentes religiones, pero siempre tiene un sentido en sí misma; no necesita del marco formal de ninguna religión establecida para desarrollarse, aunque este marco puede ayudar.

    Actualmente incluso desde el campo científico se recomiendan unas actitudes espirituales positivas y "sanas" para favorecer el estado de BIEN-ESTAR del hombre.

    Diversos estudios muestran como la espiritualidad, la esperanza, la fé, la práctica del amor verdadero,..., mejoran la salud, la inmunidad y la resistencia psicocorporal. Se ha comprobado que la práctica de la oración o de cualquier tipo de meditación disminuye las hormonas del estres, descargando al cuerpo de esa sobrecarga y haciendonos sentir más serenos y a gusto.