Un rico industrial del Norte se horrorizó cuando vio a un pescador del Sur tranquilamente recostado contra su barca y fumando una pipa. "¿Por qué no has salido a pescar?", le preguntó el industrial. "Porque ya he pescado bastante por hoy".respondió el pescador. "¿Y por qué no pescas más de lo que necesitas?", insistió el industrial. "¿Y qué iba a hacer con ello?", preguntó a su vez el pescador. "Ganarías más dinero", fue la respuesta. "De ese modo podrías poner un motor a tu barca. Entonces podrías ir a aguas más profundas y pescar más peces. Entonces ganarías lo suficiente para comprarte unas redes de nylon, con las que obtendrías más peces y más dinero. Pronto ganarías para otener dos barcas... y hasta una verdadera flota. Entonces serías rico, como yo". "¿Y qué haría entonces?", preguntó de nuevo el pescador. "Podrías sentarte y disfrutar de la vida", respodió el industrial. "¿Y qué crees que estoy haciendo en este preciso momento?", respondió el satisfecho pescador. Extraido de "EL canto del pájaro" de Anthony de mello
Buda peregrinaba por el mundo para encontrarse con aquellos que se decían sus discípulos y hablarles acerca de la Verdad. A su paso, la gente que creía en sus decires venía por cientos para escuchar su palabra, tocarlo o verlo, seguramente por única vez en sus vidas. Cuatro monjes que se enteraron de que Buda estaría en la ciudad de Vaali, cargaron sus cosas en sus mulas y emprendieron el viaje que llevaría, si todo iba bien, varias semanas. Uno de ellos conocía menos la ruta a Vaali y seguía a los otros en el camino. Después de tres días de marcha, una gran tormenta los sorprendió. los monjes apuraron el paso y llegaron al pueblo, donde buscaron refugio hasta que pasara la tormenta. Pero el último no llegó al poblado y debió pedir refugio en casa de un pastor, en las afueras. El pastor le dio abrigo, techo y comida para pasar la noche. A la mañana siguiente, cuando el monje estaba pronto para partir fue a despedirse del pastor. Al acercarse al corral, vio que la tormenta había espantado las ovejas del pastor y que este trataba de reunirlas. El monje pensó que sus cofrades estarían dejando el pueblo y si no salía pronto, los demás se alejarían. Pero él no podía seguir su camino, dejando a su suerte al pastor que lo había cobijado. Por ello decidió quedarse con él hasta juntar el ganado. Así pasaron tres días, tras los cuales se puso en camino a paso redoblado, para tratar de alcanzar a sus compañeros. Siguiendo las huellas de los demás, paró en una granja a reponer su provisión de agua. Una mujer le indicó donde estaba el pozo y se disculpó por no ayudarlo, pero debía seguir con la cosecha... mientras el monje abrevaba sus mulas y cargaba sus odres con agua, la mujer le contó que tras la muerte de su marido, era difícil para ella y sus pequeños hijos llegar a recoger la cosecha antes de que se pudriera. El hombre se dio cuenta de que la mujer nunca llegaría a recoger la cosecha a tiempo, pero también supo que si se quedaba, perdería el rastro y no podría estar en Vaali cuando Buda arribara a la ciudad. Lo veré algunos días después, pensó, sabiendo que Buda se quedaría unas semanas en Vaali. La cosecha llevó tres semanas y apenas terminó la tarea, el monje retomó su marcha... En el camino se enteró de que Buda ya no estabas en Vaali. Buda había partido hacia otro pueblo más al norte. El monje cambio de rumbo y se dirigió hacia el nuevo poblado. Podría haber llegado aunque solo fuera para verlo, pero en el camino tuvo que salvar una pareja de ancianos que eran arrastrados corriente abajo y no hubieran podido escapar de una muerte segura. Sólo cuando los ancianos estuvieron recuperados, se animó a continuar su marcha sabiendo que Buda seguía su camino.... ...Veinte años pasaron con el monje siguiendo el camino de Buda... y cada vez que se acercaba, algo sucedía que retrasaba su andar. Siempre alguien que necesitaba de él, evitaba, sin saberlo, que el monje llegara a tiempo. Finalmente se enteró de que Buda había decidido ir a morir a su ciudad natal. Esta vez, dijo para sí, es la última oportunidad. "Si no quiero morirme sin haber visto a Buda, no puedo distraer mi camino". Nada es más importante ahora que ver a Buda antes de que muera. Ya habrá tiempo par ayudar a los demás, después. Y con su última mula y sus poca provisiones, retomó el camino. La noche antes de llegar al pueblo, casi tropezó con un ciervo herido en medio del camino. Lo auxilió, le dio de beber y cubrió sus heridas con barro fresco. El ciervo boqueaba tratando de tragar el aire, que cada vez le faltaba más. Alguien debería quedarse con él, pensó, para que yo pueda seguir mi camino. Pero no había nadie a la vista. Con mucha ternura acomodó al animal contra unas rocas para seguir su marcha, le dejó agua y comida al alcance del hocico y se levantó para irse. Solo llegó a dar dos pasos, inmediatamente se dio cuenta de que no podría presentarse ante Buda, sabiendo en lo profundo de su corazón había dejado solo a un indefenso moribundo.... Así que descargó la mula y se quedó a cuidar al animalito. Durante toda la noche veló su sueño como si cuidara a un hijo. Le dio de beber en la boca y cambió paños sobre su frente. Hacia el amanecer, el ciervo se había recuperado. El monje se levantó, se sentó en un lugar apartado y lloró.... Finalmente, había perdido también su última oportunidad. - Ya nunca podré encontrarte - dijo en voz alta. - No sigas buscándome - le dijo una voz que venía desde sus espaldas - porque ya me has encontrado. El monje giró y vio como el ciervo se llenaba de luz y tomaba la redondeada forma de Buda. - Me hubieras perdido si me dejabas morir esta noche para ir a mi encuentro en el pueblo... y respecto a mi muerte, no te inquietes, el Buda no puede morir mientras haya algunos como tú, que son capaces de seguir mi camino por años, sacrificando sus deseos por las necesidades de otros. Eso es el Buda, y Buda está en ti.
Nuestro miedo más hondo no es ser incapaces. Nuestro miedo más hondo es que somos poderosos sin medida. Es nuestra Luz, no nuestra oscuridad, lo que más nos asusta.
Eres un hijo de Dios. Que juegues a ser chico no sirve al mundo. Nada hay de iluminado en encogerte para que otros no se sientan inseguros en tu presencia. Nacimos para manifestar la gloria de Dios que llevamos dentro. No está sólo en algunos de nosotros, está en todos. Y al dejar brillar nuestra propia luz, inconscientemente damos permiso a otros para hacerlo también. Al liberarnos de nuestro miedo, Nuestra presencia libera automáticamente a otros. 1994, Juanguel Speech, Nelson Mandela
A veces la indecisión nos corrompe y nos vuelve miedosos. Seamos decididos. Todo lo que ocurre al nuestro alrededor es tan importante, que no atenderlo implicaría dejase morir. Para atender a todo lo que ocurre, hay que estar decidido a hacerlo, pues la duda nos hace perder un tiempo valioso, por ser tiempo vital. Aunque el tiempo es relativo, el tiempo vital es realmente importante por ser el único que poseemos para darnos cuenta de que es lo que nos hace cambiar. Cuando cambiamos, lo verdaderamente importante no es el estado inicial ni el final, sino el transcurso por el que sufrimos esa metamorfosis. Si nos damos cuenta de que ése cambio esta sucediendo, entonces hemos avanzado en nuestro estado de conciencia, porque el hecho de darnos cuenta, implica que aprovechamos la energía que nos mueve, y eso se transforma en tiempo vital. La energía que logremos aprovechar, es el tiempo vital que logramos introducir en nuestra conciencia, y por lo tanto es tiempo que realmente vivimos como se suele decir "a tope". La vida es un estado intermedio en el que se esta cambiando continuamente, por ello es importante prestarle la máxima atención a la vida, por que es esa atención la que nos proporciona la esencia de la existencia, que no es ni mas ni menos, que el continuo cambiar de las cosas. No quiero que las palabras nos hagan dificultoso un algo que de por si es muy fácil, pero es que nuestro sistema de comunicación es tan inexacto y limitado, que una palabra mal interpretada puede dar lugar a una realidad deformada por la opinión, que es simplemente un interpretación del hecho. Todo lo que ocurra en nuestro "interior", es parte de nosotros, y por ello no "debemos" nunca renunciar a ello, entre otras cosas porque la renuncia no se puede renunciar, y es también parte nuestra. Todo y cuanto somos, debemos de saber aceptarlo, para poder ir mas allá de ello. Pero no hablo de una aceptación que nos deje al margen de la acción, sino de la aceptación que implica el reto a comprender y "superar" ese algo que nos aturde. Aceptando de esa forma, conseguiremos de una vez ser "completos", es decir, haber superado el sentimiento de querer ser algo mas, aceptando con acción lo que encontremos en ese camino al que prestamos atención. El dejar de desear, el dejar de querer ser algo, no implica dejadez en el consciente, sino que implica una super conciencia que atiende lo que ya es, y continuamente comprende que no hay una total comprensión de la realidad, sino que simplemente existe un estar comprendiendo hasta el final de nuestro tiempo vital. Ese estar comprendiendo sufre, como todo paso intermedio, cambios y giros a veces difíciles de explicar, pero es en esos momentos cuando realmente se vive y se "crece", aunque a veces nos demos cuenta del cambio demasiado tarde. Por ello no eludamos ni dejemos para mas tarde esos sentimientos de rabia, odio o pasión, porque eludirlos sería desaprovechar tiempo vital de crecimiento espiritual o personal. Y lo peor, es que al eludirlos, no los superamos, sino que simplemente aplazamos lo inevitable, ya que nuestra naturaleza avanza y avanza sin pararse ante nada ni nadie, y siempre habrá recaídas sin comprensión al eludir un sentimiento. El aceptar activo es el mayor vehículo de aprendizaje, que además nos hace evolucionar de forma totalmente natural hacia lo que se supone que somos realmente, que no es ni mas ni menos que humanos. La evolución humana ha de ser íntegramente personal , ya que nadie va a venir a decirnos como debemos actuar, o que caminos debamos seguir, y si por alguna razón fuera así, para aquel entonces ya deberíamos haber aprendido a hacer caso a los demás, con la consiguiente comprensión de que nuestro ego a veces nos juega malas pasadas, es decir, que como mínimo, para poder seguir los pasos de alguien, deberíamos haber aprendido antes ha saber realmente escuchar a ése alguien, y por lo tanto haber sido de alguna forma autodidactas de nuestra propia existencia. Por eso cuanto antes empecemos a "ver" lo que ocurre a nuestro alrededor, y en nuestro interior, antes estaremos capacitados para aprender del que sabe y del que no. Solo en la atención, existe la vida consciente, todo lo demás se nos escapa a planos solo accesibles para aquellos que saben prestar atención. J.J.
Hoy ha sido un día bastante duro, pero no por el hecho de que he trabajado durante la jornada completa, sino porque hoy ha venido a mi una pregunta que me ha hecho entrar en conflicto conmigo mismo. Mientras hablaba de otras cosas, y como si no quisiera la cosa, la siguiente cuestión me hizo plantearme de nuevo todo este sistema de valores que se supone llevamos a cuesta cada uno de nosotros. ¿por quien daría, o sería capaz de arriesgar la vida, es decir, mi vida?
Pronto llegué a la conclusión de que en ese momento no estaba capacitado para responder, y no porque no supiera decidir, sino porque realmente no sabría que hacer en ese mismo instante. La verdad es que muy poca gente es sincera en este aspecto, pues realmente no existe tal altruismo, o tal egoísmo, pero por lo menos voy a ser sincero conmigo mismo, y voy a intentar aclarar dicha cuestión. Tengo un especie de sensación que me hace ver que el hecho de dar la vida por alguien simplemente pasaría en condiciones extremas, pero también tenemos que tener en cuenta cuando ocurren condiciones extremas en nosotros. Este es un tema largo y difícil de abordar, simplemente porque entran en juego todo tipo de artimañas y juegos verbales que hacen que nuestro ego salga victorioso aún a pesar de perder su propia existencia. Voy a intentar dejar a un lado todo ese tipo de juegos, pero por otra parte para que sepamos de lo que estamos hablando, y poder dejarlos a un lado, es necesario hacer constar de alguna forma que es lo que nos impide ser totalmente sinceros. Empecemos. La vida, tal y como es, desnuda e infinita, no es nuestra, y por lo tanto no podemos seguir hablando de "nuestra vida". Es cierto que caben destacar millones de matices ante esta frase, pero vayamos poco a poco. El hecho que nos hace pensar de una forma diferente, es decir, lo que nos hace pensar que esta vida es nuestra, es simplemente todo el sistema de valores que engendramos y evolucionamos hasta el punto de comparar las cosas para determinar que esto es mejor que eso otro, y empezar a considerar que aquello que nosotros consideramos de mas "valor" empiece a formar parte de nuestra vida, mientras que lo demás es simplemente algo totalmente irrelevante. En breves palabras, primero conocemos las cosas que hay a nuestro alrededor, luego las comparamos, y finalmente, aplicamos nuestros "infalibles valores" para determinar que es lo que nos va a acompañar en este viaje vital. Y cuando nos preguntan, decimos orgullosos, "miren, esta es mi vida". Perdón por la siguiente expresión, pero vaya estupidez. La vida no es nuestra, y no debemos seguir engañándonos, lo único que nos pertenece son nuestras ilusiones y nuestros objetivos, y eso, es realmente efímero, puesto que no hay un solo instante que sea igual a otro, y por lo tanto nuestras necesidades cambian al igual que nuestras ilusiones. Es necesario comprender que lo que hagamos, simplemente lo hagamos por el mero hecho de hacerlo, porque si lo hacemos por un objetivo en particular, realmente estaremos desaprovechando nuestro valioso tiempo en la tierra, despreciando "inconscientemente", todo tipo de sensaciones que nos hacen vivir la vida al desnudo y sin equipaje, para que así podamos ir mas lejos. pero bueno, no nos vayamos del tema. Otro punto a tratar, es la decisión de arriesgar la vida por otra persona. No puedo entender lo que algunas personas sienten cuando dicen que solo darían la vida por algunas persona a las que quiere, como si de alguna forma pusieran precio a las vidas dependiendo del grado de conocimiento que se tenga al respecto. O quizás despreciando toda vida ajena a su alrededor. (no se que seria mas oportuno). En fin, el caso es que si se esta dispuesto a arriesgar la vida, (que por otra parte no es nuestra), se hace en cualquier circunstancia, y ante cualquier persona, y si no se esta dispuesto no se hace por nadie. Pero el paso intermedio es realmente ruin. Explicaré el porqué. Si logras ver que esta vida no es tuya, y que simplemente estas aquí para disfrutar de lo que "te toque", entonces estarás dispuesto a vivir en el momento y en el ahora, sin ilusiones ni objetivos efímeros, sino que el día a día, momento a momento, se convertirá en tu desnudez y tu infinitud, y en esa conducta no es necesario responder a dicha pregunta, porque solo en el instante que ocurra, sabrás lo que hacer o no hacer. En esa conducta no hay un arriesgar, porque no hay nada que perder. Por lo tanto solo existe la acción que implica decisión madura, sin tener que pasar por el realmente degradante hecho de poner precio o distinción a las vidas. Si no logras ver eso, hay varias opciones que pueden suceder. Una de ellas, es que en el momento en el que te ocurra esa situación extrema, estés preso de uno de esos efímeros objetivos o ilusiones,(que al final siempre terminan desilusionando), y simplemente estar así en un estado en el que aún no has descubierto el sentido de tu propia vida y decidas por eso aferrarte a lo conocido, que es la vida. Repito que en estos momentos uno es preso de sus objetivos, y por lo tanto de momento se esta dormido ante la verdad, y ese hecho, de alguna manera le convierte en el ignorante que sigue adelante. Pero hay otra opción, y es la que mas miedo me da, porque es la que demanda mas cobardía. Esa, es la opción de saber de alguna forma todo esto, y simplemente seguir comparando y poniendo precio a las vidas de nuestro alrededor debido a que no somos lo suficientemente inteligentes como para ir mas allá de nuestro propio orgullo, y nuestro propio egoísmo. Al parecer esta última opción está muy generalizada, y eso de verdad que me da pena. Ese paso es realmente ruin, porque te hace ver que tan egoísta eres, y eso poco a poco te corroe y te pudre por dentro. Yo no necesito arriesgar nada, ahora no tengo nada, pero es que tampoco será nada lo que me lleve en mi viaje mortal. Por lo tanto vivo el ahora intentando sacarle el mayor jugo posible a esta vida que no es mía ni tuya. No necesito responder a esa pregunta, porque el momento aún no ha llegado, y realmente "pido fuerzas" para que cuando llegue, si es que lo hace, sepa decidir de forma madura. J.J. |
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